EL CEMENTERIO

Una noche de luna llena, un amigo y yo fuimos al cementerio por la tarde, todavía no había oscurecido pero oscurecería dentro de dos horas. Era Halloween y todo estaba muy decorado, entramos, había una señora encendiendo las calabazas ya que no había farolas. Pasamos a la señora, no nos miró, era muy extraña. Estuvimos paseando, por el camino nos encontramos muchos muñecos: una calabaza gigante, un hombre hecho de raíces con una cabeza de calabaza, un fantasma y unos zombis de mentira. 

Encontramos un papel en el suelo, lo leímos y hubo un viento espantoso y se apagaron todas las calabazas y apareció la señora que vimos antes. De repente apareció el mismo viento de antes y ella empezó a volar, dijo las mismas palabras que ponían en el papel y los muñecos que vimos antes cobraron vida y nos vinieron a atacar. Nosotros huimos pero la verja del cementerio estaba cerrada, venían todos a atacar, nos metimos los dos en una tumba para que no nos viesen y pasaron de largo pero, de repente, la señora que se había transformado en bruja asomó su cabeza a la tumba y nos dio un susto de muerte, sacó su cabeza y puso una losa de piedra. 

Ahí acabó nuestra vida pero todavía seguimos allí. Cada noche de Halloween nuestro espíritu sigue huyendo de los monstruos hasta que alguien abra la verja del cementerio y podamos así salir del cementerio y poder escapar de la maldición de la bruja. 

Acerca de nube roja
Profesor de lengua y literatura del IES Marismas, Santoña, Cantabria.

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