Un día fui al entierro de un familiar, yo no podía casi ni ver el ataud, toda la gente lloraba.
Cuándo terminó el entierro le dije a mi mejor amigo:
-Prométeme que nunca me olvidarás y siempre estarás cerca de mí.
-Yo, nunca te olvidaré.- dijo mi mejor amigo.
Ya, tarde me fui a la cama muy cansado, me quedé mirando un esqueleto de goma que colgaba de la manilla de la ventana. En esa noche soñé que mi amigo ya se olvidó de mí. Justo después alguien llama al teléfono, yo cogí:
-¿Sí?
-Hola, buenas noches, le habla la policía, ¿Es usted el mejor amigo de Javer? -Dijo un policía.
-Sí, sí lo soy ¿por qué? ¿pasa algo? -Le grité al policía.
-Mira, estoy en el domicilio de Javier y al parecer ha sido asesinado, pero el cadáver está descompuesto por algunos sitios lo que quiere decir que lleva ya días asesinado. – Me confirmó el policía.
-¿Esto es una broma de la televisión? -Dudé yo.
-¿Se puede acercar usted al domicilio de Javier ahora? Me preguntó el agente.
-Sí, ahora voy. – Dije yo.
Al llegar a casa de mi amigo, subí: lo que me encontré no era nada agradable, estaba pálido, tirado en el suelo, un charco de sangre le rodeaba y tenía un puñal clavado en el corazón.
Me senté en un sofá, y cuando todo pasó y ya no quedaban ni policias, se oyó una maligna risa y cuando terminó de reirse dijo -¡VICTOOOR! ¡He dado mi vida por ti, ya somos mayores, nos moriremos algún día y tú por mí no has dado la vida ni te has preocupado!
Yo escuchando, me quedé pensativo y eché a correr y llamé a los policías pero me dijeron que me iban a llevar a un psicólogo.
Esta historia está basada en hecho reales.
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