«Marineros de Isla» del poeta Ángel Palacio García.

Ángel Palacio García

 «Miembro del centro de estudios montañeses y del “Grupo M.A.S.” (movimiento artístico santanderino). Poeta con varios premios en su haber.

Nació en 1890 en Argoños, barrio de La Cajiga, lugar del que se sentía muy orgulloso. En el instituto de Santa Clara, durante los años de bachiller comenzó el cultivo del verso y le fueron publicados algunos poemas en un periódico local.
Obtuvo en la Universidad Central de Madrid la licenciatura de Filosofía y Letras y fue nombrado profesor del Instituto Manzanedo en Santoña.

Contrajo matrimonio con Mª Dolores Gallo, natural de Escalante y poco tiempo después marcharon para Alicante donde trabajó para la fábrica de fertilizantes de Santoña. La gran añoranza que sentían por su tierra les hace regresar y se hace cargo de la empresa familiar agropecuaria “La Pasiega” de Parbayón. Traslada su residencia a Santander, donde nacen sus tres hijos y publica numerosos poemas en la revista “Escudo”. Algún tiempo después se pone al frente de otra empresa familiar situada entre Soano y Noja.

Poeta desde la adolescencia, no da a conocer su obra impresa hasta los 76 años en su libro “Avante” de temática mística y marinera. En 1974 sale a la luz su segundo libro “Surcos”. Da recitales benéficos en Santander, Torrelavega, Reinosa y Sevilla.

En los últimos años su inquietud artística le llevó al arte pictórico y a realizar trabajos de cerámica de una gran expresividad, siendo galardonado en Madrid con el Primer Premio de cerámica.
Falleció en Santander en 1978 siendo trasladado al panteón familiar de Escalante.

(Extracto de la autobiografía escrita a petición del Grupo M.A.S.)»

MARINEROS DE ISLA

La barca lleva cuatro hombres;

todos tienen buen bogar,

y en ella el padre y los hijos

ganan su quiñón de pan.

 

Tienen una vaca pinta

y un haza con un maizal

y un prado de veinte carros

muy tendido, junto al mar,

donde se cría la hierba

que sabe a yodo y a sal.

 

En él templan las cigarras

sus élitros de metal;

en él vuelan los «martines»

en las horas del «plemar».

 

Y una casa azul y blanca,

con la solana al corral,

abierta a todos los vientos,

del saliente al vendaval.

 

El padre y la madre, fuertes,

casi mozos en la edad,

han visto crecer tres hijos

hermosos por un igual.

 

Mezcla de fibra de roble

y de esbeltez de pinar…,

como los tres pinos verdes

que se miran en el «caz»

alzándose en pimpinillas

para las nubes besar,

cubiertos de boinas jade

que desfleca el temporal.

 

 

Los que atrevidos se asoman

a la huerta rectoral

donde zurean palomas

y donde silba un zorzal.

 

Y en el huerto de juguete

manzanos y un «perojal»

que da por julio y agosto

perojos …de por San Juan.

 

Cuando ruta «Cubareña»
y corre mucho la mar,
la madre guarda, celosa,
para regalo y yantar
colmados cuencos de leche,
manzanas de «peropán»
y una tortuca dorada
en el remuelle del llar.

 

Cuando, al filo de las cuatro,

los mozos van a la mar,

tres marineras se asoman

para mirarlos pasar,

y llevan los marineros

en los labios un cantar

el «sueste» bajo el brazo

y los remos al hombral…;

 

y al dar empuje a los remos,

los tres cantan a compás:

«Porque te quiero y te adoro,

sirenita de la mar,

cuando salga la costera,

contigo me he de casar».

Y parte alegre la barca

y ellas la miran zarpar

abriendo fecundos surcos

de las cosechas del mar.

Acerca de nube roja
Profesor de lengua y literatura del IES Marismas, Santoña, Cantabria.

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